Tuesday, October 21, 2014

Lazarillo de Tormes

La vida de Lazarillo de Tormes

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  • escrito por ? (alguién en contra de la iglesia? ¿Un ex-sacerdote?
  • Hay muchas versiones, pero la primera que se conserva en total es de 1554.
  • Una novela realista
  • Se base en la vida de un niño (Lazarillo, Lazaro) que se crece y se casa con la criada de un sacerdote. Durante su vida sufre mucho. Tiene amos diferentes y cada uno lo maltrata. puedes ver el personaje de Lazarillo cambiarse de una persona inocente a una persona no tan inocente a lo largo de la novela.
  • La obra está divida en 7 partes, y cada parte de la obra trate de su vida con un amo diferente.
  • La obra es escrita en primera persona, como una carta de Lazarillo, describiendo su vida.
  • La obra fue prohibida por la inquisición,  partes fueron censuradas, no se ve en su forma completa hasta el siglo XIX.
  • Critica la maldad humana y la iglesia, es el precursor, el precedente, de la novela picaresca.
  • Quijote es un ejemplo del genero picaresco, que tiene la VIda de Lazarillo de Tormes como ejemplo. 
  • El autor intentaba escandalizar a la Iglesia y moralizar.
  • El ser humano es capaz de pasa de lo mejor a lo peor. 
1) ¿Qué significa "estaba hecho al vino?

   Estar hecho = significa acostumbrarse  o estar acostumbrado.
    Lazaro está acostumbrado a beber vino.

2)    ¿Qué hacía ciego cuando iba a beber y no había vino?

Se espantaba, se maldecía, daba al Diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.

3). ¿cómo se venga el ciego?

           Le dio a Lazarillo un golpe muy fuerte a su boca cuando bebiendo el vino como usual hasta que los dientes quebraron, y recibió muchas roturas. 


4) interpreta la frase “lo que te enfermó te sana y da salud.” 

           Como el ciego lavó las roturas de Lazarillo con vino, el ciego ironicamente le dijo que lo que causó el problema y hizo daño a él, también limpia y cura, hablando del vino.



Yo, como estaba hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil, y, delicadamente, con una muy delgada tortilla de cera, taparlo; y, al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y, al calor de ella luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita la gota se perdía. Cuando el pobreto iba a beber, no hallaba nada. Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.
-No diréis, tío, que os lo bebo yo -decía-, pues no le quitáis de la mano.
Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido.
Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando el daño que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía; estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que agora tenía tiempo de tomar de mí venganza, y con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima.
Fue tal el golpecillo, que me desatinó y sacó de sentido, y el jarrazo tan grande, que los pedazos de él se me metieron por la cara, rompiéndomela por muchas partes, y me quebró los dientes, sin los cuales hasta hoy día me quedé.
Desde aquella hora quise mal al mal ciego, y, aunque me quería y regalaba y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel castigo. Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro me había hecho, y, sonriéndose, decía:
-¿Qué te parece Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud -y otros donaires que a mi gusto no lo eran.
http://lenguayliteratura-iesvaladares.wikispaces.com/LAZARILLO+DE+TORMES.+ESTUDIO+Y+COMENTARIOS
I got so used to drinking wine that I was dying for it. And when I saw that my straw trick wouldn’t work, I decided to make a spout by carving a little hole in the bottom of the jug and then sealing it off neatly with a little thin strip of wax. When it was mealtime, I’d pretend I was cold and get in between the legs of the miserable blind man to warm up by the little fire we had. And the heat of it would melt the wax, since it was such a tiny piece. Then the wine would begin to trickle from the spout into my mouth, and I got into a position so that I wouldn’t miss a blasted drop. When the poor fellow went to drink he wouldn’t find a thing. He’d draw back, astonished, then he’d curse and damn the jar and the wine, not knowing what could have happened.

”You can’t say that I drank it, Sir,” I said, “since you never let it out of your hand.”

But he kept turning the jug around and feeling it, until he finally discovered the hole and saw through my trick. But he pretended that he hadn’t found out. Then one day I was tippling on my jug as usual, without realizing what was in store for me or even that the blind man had found me out. I was sitting the same as always, taking in those sweet sips, my face turned toward the sky and my eyes slightly closed so I could really savor the delicious liquor. The dirty blind man saw that now was the time to take out his revenge on me, and he raised that sweet and bitter jug with both his hands and smashed it down on my mouth with all his might. As I say, he used all his strength, and poor Lazaro hadn’t been expecting anything like this; in fact, I was drowsy and happy as always. So it seemed like the sky and everything in it had really fallen down on top of me.

The little tap sent me reeling and knocked me unconscious, and that enormous jug was so huge that pieces of it stuck in my face, cutting me in several places and knocking out my teeth, so that I don’t have them to this very day. From that minute I began to hate that old blind man. Because, even though he took care of me and treated me all right and fixed me up, I saw that he had really enjoyed his dirty trick. He used wine to wash the places where the pieces of the jug had cut me, and he smiled and said,

“How about that, Lazaro? The very thing that hurt you is helping to cure you.”

Para leer todos en español, (de Prólogo hasta el tratado séptimo) haga clic aquí, 

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